Mamás
Ella fue madre por qué quiso
Otra porqué le obligaron.
Una sufre de depresión posparto
Sola nunca podrá tener hijos,
“sus ovarios están atrofiados” – le dijo el doctor.
Otra sueña con una vida distinta,
lejos de potitos, pañales y vomiteras.
Ella no se arrepiente de nada,
aunque a veces fantasea con la idea de vivir sola.
Sola fue criada en un ambiente cristiano,
su infertilidad es señalada como un pecado.
Una llora día y noche,
no puede levantarse para ir a trabajar,
no puede comer,
no quiere hablar con nadie,
no quiere estar con su bebé.
Sola se siente enferma,
su cuerpo no funciona,
“su feminidad está marchita” – le dijo el párroco.
Una odia a su bebé,
tanto, que quiere silenciar sus llantos
ahogándolo con la almohada.
Ella disfruta viendo crecer
a las que antes se agarraban de sus faldas,
a las que se metían en su cama asustadas cuando había tormenta,
a las que le hacían llorar de risa.
Otra vuelve a quedarse embaraza,
pero esta vez no dice nada a nadie y aborta.
Una se marcha lejos por un tiempo
necesita respirar, encontrarse,
volver a querer a ese muchacho que la mira mocoso desde la cuna.
Sola adopta a una niña
que a sus ojos se le antoja la criatura más bella vista jamás.
Otra controla las riendas de su vida
y su sexualidad.
Ella llora cuando se marchan de casa
y tiene miedo a ser olvidada por aquellas que se alimentaban de sus pechos,
su amor y
su paciencia.
Otra porqué le obligaron.
Una sufre de depresión posparto
Sola nunca podrá tener hijos,
“sus ovarios están atrofiados” – le dijo el doctor.
Otra sueña con una vida distinta,
lejos de potitos, pañales y vomiteras.
Ella no se arrepiente de nada,
aunque a veces fantasea con la idea de vivir sola.
Sola fue criada en un ambiente cristiano,
su infertilidad es señalada como un pecado.
Una llora día y noche,
no puede levantarse para ir a trabajar,
no puede comer,
no quiere hablar con nadie,
no quiere estar con su bebé.
Sola se siente enferma,
su cuerpo no funciona,
“su feminidad está marchita” – le dijo el párroco.
Una odia a su bebé,
tanto, que quiere silenciar sus llantos
ahogándolo con la almohada.
Ella disfruta viendo crecer
a las que antes se agarraban de sus faldas,
a las que se metían en su cama asustadas cuando había tormenta,
a las que le hacían llorar de risa.
Otra vuelve a quedarse embaraza,
pero esta vez no dice nada a nadie y aborta.
Una se marcha lejos por un tiempo
necesita respirar, encontrarse,
volver a querer a ese muchacho que la mira mocoso desde la cuna.
Sola adopta a una niña
que a sus ojos se le antoja la criatura más bella vista jamás.
Otra controla las riendas de su vida
y su sexualidad.
Ella llora cuando se marchan de casa
y tiene miedo a ser olvidada por aquellas que se alimentaban de sus pechos,
su amor y
su paciencia.
Ilustración de Raúl Arias
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